Ayer estaba releyendo uno de los blogs que suelo visitar habitualmente, Philo Ousia, y me encontré con un interesantísima entrada sobre el cuadro La pesadilla, del pintor preromántico John Henry Fuseli (la imagen que abre este post). En este artículo se analiza una de las teorías presentadas por los historiadores para explicar la extraña e inquietante escena plasmada en la pintura. En el blog que les menciono se plantea una interpretación de índole psicológica, con implicaciones sexuales, relacionada con un episodio amoroso frustrado del propio Fuseli. Es muy posible que esta interpretación sea correcta, pero indudablemente el artista aprovechó los relatos populares sobre la Old Hag (Vieja Bruja), que no es otra cosa que la explicación sobrenatural que muchas culturas han dado a lo largo de la historia a las experiencias de parálisis del sueño. Los célebres íncubos y súcubos de otras épocas.
Esta lectura me ha motivado a hablarles sobre Fuseli y su obra, plagada de seres oscuros, de demonios, espíritus y criaturas de la noche. Johann Heinrich Füssli nació en Zurich en 1741, aunque pasó gran parte de su vida en Inglaterra, por lo que es más conocido como John Henry Fuseli. Era hijo de un pintor especializado en retratos, sumamente culto y que, como es lógico, supuso una gran influencia en su futura vocación artística. Se da la circunstancia de que, además, el hogar paterno era lugar de reunión de los líderes del movimiento prerromántico Sturm und Drang (Tormenta e ímpetu): Pestalozzi, Lavater y Bodwer.
Con apenas unos años, el pequeño John pasaba el rato copiando grabados suizos de los siglos XVI y XVII, muchos de ellos de temática violenta. Algunos años después, en plena adolescencia, se adentra en escenas eróticas y macabras. Cuando finalmente se traslada a Inglaterra, comienza a representar pasajes de la obra de Shakespeare, aunque siempre escoge aquellos pasajes de carácter más oscuro y misterioso, y a menudo aplica un particular toque erótico.
Tras esta primera etapa británica emprende un viaje a Italia, pasando por Roma, y se impregna del arte de los manieristas y, en especial, de la obra de Miguel Ángel, de quien más tarde se verá profundamente influido. En su viaje de regreso a Inglaterra hizo una parada en su ciudad natal, y al recalar finalmente en Londres ingresa en la Royal Academy. En este punto su obra se hace mucho más oscura, incluyendo representaciones infernales y demoníacas, y temas fantasmales. Más o menos de esta época data La pesadilla (1781), pintura que le valió el reconocimiento y que exhibió en la Royal Academy. El éxito de esta obra fue tal que realizó varias versiones, algunas en fechas tan tardías como 1802, y décadas más tarde otros artistas realizaron grabados de las mismas. El tema de la visita nocturna de seres de pesadilla se aprecia también en El íncubo abandona a las jóvenes durmientes (1793).
Destacan también sus pinturas inspiradas en el poema El paraíso perdido, de Milton –obra que tradujo al alemán Bodwer, el amigo de su padre– y en las que también dio rienda suelta a su nutrida hueste de demonios, fantasmas y seres de pesadilla.
En los últimos años de su vida orientó su pintura hacia temas históricos y con un enfoque más realista, aunque siempre conservó su particular estilo, en algunos casos considerado por varios especialistas como anticipo del expresionismo. Sin duda alguna, la obra de Fuseli es una de las más fascinantes de su época, y es difícil evitar que su contemplación nos llene de inquietud y desasosiego. Por si fuera poco motivo para conocer más a fondo su obra, hay que decir que sus pinturas sirvieron de inspiración de otro genio extravagante, William Blake. Y ya que lo menciono, el artículo sobre el genial Blake ya está casi listo. Iba a publicarlo hoy, pero temiendo sufrir esta noche una pesadilla si no les hablaba de Fuseli, ha tenido que esperar...